¿Qué es lo primero que os viene a la cabeza cuando reflexionáis sobre nuestra procedencia? Nunca nos libraremos de ser primates, que avanzamos en la evolución para destruirnos los unos a los otros de las maneras más ingeniosas posibles. La inteligencia es lo que se ha ido fomentando a lo largo de nuestra historia y se ha pasado de generación en generación para tener más conocimiento sobre nuestro poder. Poder, para crear maquinas que exploten recursos naturales y ser los más ricos… Poder, para construir cohetes que llegaran al espacio y demostrar al gobierno vecino, que tengo la capacidad de crear un misil con la misma tecnología y metértelo por el culo. Somos ambiciosos, egoístas, envidiosos, codiciosos, perversos… El ser humano realmente es un cabrón.
Afortunadamente siempre nos ha acompañado esa pequeña luz de bondad y creatividad que tiene “el Arte”. Un arte por el que más que competir, se comparte. Desde los orígenes de la civilización, el hombre primitivo comenzó a utilizar la danza y las ceremonias, para rogar a los dioses que resulten fructíferos sus intentos por cazar y cultivar. Poco a poco se fueron elaborando las técnicas de los sonidos con los que comenzaron a acompañar sus ritos… Avanzar tanto nos ha hecho olvidar la esencia por la cual nos evadimos, nos expresamos y somos conscientes de nuestras emociones.
¡¡Es por ello que preferimos ser “monos”!! Seguir siendo primates que aprovechan todos esos avances tecnológicos que otros crearon por nosotros para luchar entre iguales. A sí que disponeros a coger vuestros Ipod´s, abrir vuestro Internet y vuestro Spotify, conectar otra vez esas mini cadenas casi obsoletas y preparaos para disfrutar de una faceta de nuestro arte que nos mueve por encima de todas las cosas… La música.
Bienvenidos!
© David Fidalgo Llanos
pues.... AMEN amigo!
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