Si bien ya no me sorprendo cada vez que leo una nueva
excentricidad de Danny Worsnop, la sola idea de pensar que este grupo se fundó
en Dubái (Emiratos Árabes), no deja de inquietarme. Habéis leído bien, Dubái.
Ben Bruce, ha ido arrastrando un sinfín de músicos acabando
en tierras londinenses para formar lo que es ahora Asking Alexandria pero si
queréis saber un poco más sobre este pasado, os recomiendo que tiréis de
Wikipedia. Yo prefiero centrarme en la etapa que comenzó en Europa.
Asking Alexandria son… digamos que “peculiares”. En 2008
empezó a ponerse de moda mezclar la electrónica con lo gutural y ellos, junto a
bandas como Attack Attack! (US) o Breathe Carolina, comenzaron a dar esos pequeños
destellos con sus sintetizadores dentro del post-hardcore melódico. Su primer
LP, Stand Up And Scream fue muy bien acogido a pesar de este cambio en la
escena que no termino por convencer a todo el mundo. Su sencillo The Final Episode (Let’s Change The Channel) permaneció en boca de todos durante el 2009,
casi como si de un himno se tratase. Cada vez que se escuchaba su primera frase
(¡Oh.. My… God!) en una sala, era bien acompañada por todos y cada uno de los
presentes.
Como ya he mencionado antes, Danny Worsnop es de esos
frontman borrachos, descuidados y excéntricos que por tener la fortuna de
poseer una voz privilegiada, se dejan llevar por la fama hasta el punto de
creer vivir en un jodido universo paralelo. Y quizás él y su actitud no hayan
dejado que Asking Alexandria evolucionara al tiempo debido (Ahora es cuando me
echo el caparazón encima para aguantar el chaparrón por parte de las acérrimas
fans).
La primera vez que tuvimos la oportunidad de verles aquí en
Madrid, la decepción fue inmensa. Una dejadez descomunal en lo que
interpretación se refiere y poco cuidadosos respecto a la electrónica que todos
queríamos escuchar. Pensé… “este es el típico grupo que solo merece en
estudio”.
La segunda oportunidad, fue en el ya conocido festival
Groezrock y aquí la historia pareció ser diferente. La fama puede acabar con un
individuo pero no todo se desmorona si hay unión en un grupo. Tras varios
comunicados intercalados entre Danny y diferentes miembros de la banda, se pudo
saber que Worsnop tiene un problema real con esto de ser una estrella pero que
es consciente de ello, y sus compañeros le apoyan para salir de ese mundillo al
que muchos suelen ser arrastrados. Se les pudo ver mucho más centrados, mucho más
potentes y con muchas ganas de destacar. La visión que tenia de ellos había
cambiado aunque aún me quedaba ese resquemor del primer concierto.
Este año salió a la luz su segundo largo Reckless And Relentless y tras escucharlo, seguramente su actividad en común dentro del
estudio les ha hecho madurar. Si parecía que con su anterior álbum su sonido
era innovador, ahora han conseguido ir más allá. Un disco oscuro pero lleno de
estribillos melódicos y positivos.
Abren con “Welcome”, una intro para deleitarnos con los
sintetizadores del nuevo miembro de la banda Luiz Puget. Temas como “A LessonNever Learned”, “To The Stage” o “Someone, Somewhere”, nos dejan claro que no
tienen ningún miedo a experimentar entre lo duro y lo emocional, pues las
guitarras parecen adoptar un nuevo registro con cada cambio de parte. James
Cassells (batería) ha mejorado mucho y se nota canción por canción. También
encontramos otras como “Another Bottle Down” que suponen una bocanada de
aire entre tanto ritmo acelerado y nos prepararnos para la final y contundente
“Mort Et Dabo”, donde comprendo porque Danny Worsnop tiene la capacidad de ser
quien es y que todo se le suba a la cabeza. Registros deathcore, registros graves,
registros melódicos… Sera un perdido de la vida, pero hay que reconocer que
tiene un potencial increíble y esperemos que siga por este camino para poder
disfrutar de otro pedazo de disco como este.
Tengo muchas ganas de ver que son capaces de ofrecer
en directo con este nuevo material y creo que después de todo y musicalmente
hablando, he aprendido a dar oportunidades gracias a ellos. En conclusión:
Reckless And Relentless es otro pepino “made in 2011”.
© David Fidalgo